Alianza por el Clima nació a principios de 2015, en el marco de los debates e iniciativas previas a la COP21 que dieron lugar al acuerdo de París del mismo año, ratificado por prácticamente todos los estados del mundo, incluida España. 

Su propósito fundacional fue la movilización de la sociedad española en la lucha contra el cambio climático y quedó configurada por un amplio abanico de organizaciones y colectivos ecologistas, sociales, sindicales, de cooperación al desarrollo, vecinales, agrarias, de desarrollo rural, de consumo o feministas.

Ante la emergencia climática, demandamos acción urgente y ambiciosa

Alianza por el Clima llama a la acción urgente para reducir la concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera para evitar un calentamiento global superior a 1,5 ⁰C, al tiempo que se protege la biodiversidad y el medio ambiente y se avanza en la transición a sistemas alimentarios sostenibles y agroecológicos. Es necesario vincular la lucha climática a la agenda 2030 avanzando en el cumplimiento pleno de los derechos humanos, mejorando la salud humana y protegiendo a la infancia, así como a otros colectivos vulnerables.

En el plano internacional, se necesita una financiación climática suficiente para medidas de mitigación, adaptación y pérdidas y daños, y garantizar su acceso a los colectivos y comunidades que están al frente de la lucha contra el cambio climático en los países más vulnerables. Las políticas climáticas deben basarse en la justicia climática global y en el reconocimiento de la deuda climática histórica entre países y de que en ella España se encuentra en posición deudora, así como en el sometimiento a los principios de sostenibilidad, transparencia e igualdad de género y en el derecho a la plena participación e información pública.

En el ámbito laboral, las transformaciones que se van a producir en muchos sectores también tienen que ser justas. Esta justicia implica que es necesario asegurar empleos dignos para todos, incluyendo la perspectiva de género. Sabemos que la transición energética y ecológica puede generar un volumen muy importante de empleos, pero es necesaria una planificación adecuada que se anticipe a los cambios, garantizando que nadie, ni en las zonas y sectores en transformación ni fuera de ellas, quede atrás.

Dar una orientación justa a la transición ecológica implica abordar en ella muchos otros aspectos sociales como la reducción de las desigualdades, la disminución de la jornada laboral y un mejor reparto del empleo y de los cuidados.